Cómo manejar los berrinches de los adolescentes me convirtió en un mejor jefe (y redujo mi estrés laboral) Así es como puedes transformar un conflicto potencial en una oportunidad para que todos trabajen juntos en la solución.
Por Darian Shimy
Key Takeaways
- Mantén la calma, haz preguntas y descubre la verdadera causa del conflicto.
- Fomenta la honestidad: una mala forma de expresarse es mejor que el silencio.
- Redefine el fracaso como aprendizaje para mejorar el trabajo en equipo y la moral.
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Mi hija llegó a casa molesta un día, cuando tenía 16 años, y empezó a gritarnos en cuanto cruzó la puerta. Poco después, subió a su habitación. Mi esposa me preguntó si iba a permitir que nos hablara de esa manera, y le respondí que sí.
No fue porque apreciara su berrinche, no lo hice, sino porque entendía cómo se sentía. Todos hemos vivido momentos en los que la intensidad de nuestras emociones supera nuestra capacidad para regularlas. Puede ser más común cuando somos jóvenes, pero también lo he visto en muchos adultos. Y aunque no me gustó la forma en que expresó su mensaje, reconocí que venía de un lugar genuino.
Las rabietas rara vez son agradables, pero pueden enseñarnos lecciones valiosas si somos capaces de ver más allá del enojo y analizar su verdadera causa. En este artículo, te mostraré cómo aplico este enfoque tanto en casa como en FutureFund, la empresa que fundé para ofrecer software gratuito de recaudación de fondos para escuelas de educación básica. Usa estas estrategias para manejar los conflictos en el trabajo con más calma y obtener mejores resultados para tu negocio.
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La crítica requiere valentía
No me gustó la forma en que mi hija expresó su desacuerdo conmigo, pero también me di cuenta de que para ella era algo extremadamente importante. Mi hija es una joven inteligente y rara vez le importan tanto cosas que no tienen significado. Por eso, habría sido un error descartar la validez de su queja solo porque no me gustó la manera en que la expresó.
Por un lado, los líderes que insisten en que toda retroalimentación venga suavizada tienden a ser frágiles y a rodearse de aduladores. Eso significa que aprenden menos y son más propensos a tomar decisiones basadas en información errónea. Es mejor decir lo correcto de la manera equivocada que no decir nada en absoluto.
Por otro lado, se necesita mucho valor para criticar a alguien de quien dependes, ya sea un padre o un jefe. Cuando reconoces ese coraje, enseñas a las personas a ser transparentes. Cuando lo ignoras, aprenden a reprimirse y la relación se deteriora.
Al día siguiente, hablé con mi hija y le dije que apreciaba que compartiera su opinión, pero que tenía un consejo para ayudarla a comunicarse con más claridad en el futuro. Porque cuando grita, solo escucho el volumen de su voz, y en realidad quiero escuchar sus preocupaciones.
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Mantén la calma y haz preguntas
Puede parecer natural responder con gritos, apagar el fuego con fuego, pero como líder o como padre, no es algo que quieres hacer. Siempre debes mantener la calma, porque incluso cuando las personas están enojadas contigo, siguen viéndote como un ejemplo de liderazgo.
Por eso recomiendo hacer preguntas para resolver conflictos. No solo es más efectivo, sino que también modela un comportamiento que quieres que tu equipo —y tus hijos— practiquen. Esto puede ayudarles a resolver futuros problemas antes de que se salgan de control.
La pregunta más importante que puedes hacer cuando alguien está molesto contigo es: ¿por qué? ¿Qué hay detrás de ese enojo?
No siempre puedes hacerlo de manera directa —aunque a veces sí—, pero en muchas ocasiones tendrás que preguntar sobre fallos específicos, porque casi siempre una falla es la raíz de un arrebato.
A veces, la persona se siente mal por su propio fracaso, como un estudiante de secundaria que está frustrado por haber reprobado un examen o no haber sido aceptado en un equipo. Otras veces, se trata del fracaso percibido en otros, como un empleado que se siente decepcionado por un compañero o por una decisión de liderazgo. Si logras identificar la falla que originó esas emociones, casi siempre podrás aprender de ella y salir fortalecido.
El fracaso puede ser una oportunidad en lugar de un obstáculo
La mejor manera de abordar el fracaso es verlo como una oportunidad para recopilar nueva información y mejorar tus procesos. Esto nos lleva a preguntas aún más importantes: ¿qué aprendiste y cómo puede ayudarte en el futuro?
Piénsalo así: si no aprendes de tus errores, ¿cuál es el punto de haber pasado por ellos? Es lo que siempre les digo a los atletas estudiantiles a los que entreno.
Cuando le enseño a alguien a batear por primera vez, hay al menos diez aspectos en los que puedo ayudarle, desde la posición de los pies hasta la colocación de la cabeza. Pero el consejo más importante que puedo darles es que no pongan la vara demasiado alta.
Su objetivo en esos primeros diez swings no debería ser conectar un jonrón, sino asegurarse de que sus pies estén bien posicionados en cada intento. De esta forma, en lugar de fallar repetidamente hasta frustrarse, sino teniendo pequeños éxitos que los hacen mejorar. Cuando puedes redefinir lo que significa el éxito, el fracaso deja de existir.
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Imagina que estás cocinando y pruebas la salsa de espagueti con una cuchara. Si necesita más sal, ¿piensas de inmediato que fracasaste y tiras todo a la basura? No, simplemente agregas más sal.
Es normal que algo necesite ajustes antes de que quede perfecto. El hecho de que debas hacer correcciones no significa que seas un mal cocinero, sino que es parte del proceso. Así que cuando tú y tu equipo pueden ser sinceros al identificar fallos, hay menos razones para molestarse por ellos. En cambio, convierten un posible conflicto en una oportunidad para trabajar juntos en la solución. Esa es la verdadera receta del éxito.