Me estrellé, aprendí y lideré: 5 lecciones que el skateboarding me dejó sobre el liderazgo Mis años en las rampas no fueron solo una descarga de adrenalina: también me dejaron aprendizajes que me han ayudado como líder empresarial.
Por Simon Hathaway
Key Takeaways
- El fracaso es inevitable: aprende rápido, ajusta con agilidad y sigue adelante.
- Las mejoras pequeñas y constantes generan un impacto grande y duradero en los negocios.
- Liderar de verdad implica saber cuándo insistir, cuándo cambiar de rumbo y cuándo retirarse.
Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales

El skateboarding me encontró desde muy joven y, en realidad, nunca me ha dejado ir.
Mi primer equipo lo tuve en el pequeño pueblo inglés donde crecí: una tabla Newporter de fresno y un casco de hockey Cooper. Al lado de Jeremy Stanford, mi mejor amigo de ese entonces, construíamos rampas en la calle, hasta que su mamá nos llevó a Londres a ver a los chicos grandes patinar de verdad.
Volví al skateboarding cuando era estudiante universitario en los años 80. Con la banda sonora de Suicidal Tendencies, nuestro grupo frecuentaba lugares icónicos como Southbank, donde admirábamos el arte del legendario patinador estadounidense Mark Gonzales.
Avancemos hasta el presente: hoy paso menos tiempo sobre la tabla y más tiempo en la sala de juntas. Sin embargo, todos esos años en el skatepark siguen influyendo en mi forma de liderar y en mi trabajo como estratega de retail para algunas de las marcas más queridas del mundo.
Para empezar, está la anatomía de un truco de skate, que se parece mucho a cómo se persigue una oportunidad de negocio. Primero viene la preparación, en la que evalúas el terreno antes de lanzarte. Luego, el tiempo en el aire, cuando todos los elementos del truco deben fluir en armonía, tal como lo hacen los miembros de un equipo al cerrar un trato. Y después, el aterrizaje. Puede que lo consigas… o puede que termines estrellándote contra el suelo.
Pase lo que pase, siempre aprendes algo de la experiencia. A eso le llamo "chocar y aprender". Aquí te comparto cinco lecciones de esa filosofía que me han convertido en un mejor líder empresarial.
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1. Fracasar es parte de la vida, así que aprende de ello
Rara vez pasaba del borde de la rampa en forma de U, y me acostumbré a caerme. Como una caída fuerte dolía mucho, también aprendí a caer cuando un truco salía mal. A veces eso significaba patear la patineta para evitar aterrizar en un ángulo extraño —la forma más fácil de romperte un tobillo.
El skate me dio una perspectiva un poco distinta del popular mantra empresarial "muévete rápido y rompe cosas". Para cualquier líder, los fracasos son inevitables. Pero también lo es reflexionar sobre qué salió mal y aprender a hacerlo distinto la próxima vez.
Para las empresas que adoptan sus lecciones, fracasar puede transformarse en una fortaleza. En un estudio sobre startups tecnológicas, aquellas que se comprometieron a aprender del fracaso tuvieron una mayor producción científica, recaudaron más dinero e innovaron más.
2. Busca mejoras marginales
Ollie, kickflip, switch 360 — en el skateboarding, todos quieren lograr un truco. Pero no es tan fácil. Tienes que repetir lo mismo una y otra vez, haciendo pequeños ajustes mientras aprendes qué funciona y qué no. Ese proceso iterativo puede llevarte a la maestría.
En los negocios, al igual que en los deportes, hay mucho valor en las mejoras marginales: una mejora del 1% en varias áreas pequeñas puede generar una gran diferencia en el resultado final. En mi empresa, usamos pruebas A/B para nuestras campañas, probando distintas versiones de nuestros mensajes con pequeños cambios en el lenguaje, igual que un skater prueba distintas posiciones de los pies. En esencia, usamos una serie de microfracasos para dar con el mensaje ideal. La práctica hace al maestro.
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3. Equilibra el miedo con la confianza
No importa cuántas veces despegues y aterrices como skater, el factor miedo siempre está presente. Cada vez que intentas un truco nuevo, aumentan los riesgos. "Ve con todo o vete a casa", un lema con el que tengo sentimientos encontrados, significa justamente eso: encontrar el equilibrio entre el miedo y la confianza.
En los negocios no es diferente, y muchas veces el miedo lleva la delantera. En una encuesta, el 85% de los ejecutivos dijo que el miedo frena los esfuerzos de innovación en sus organizaciones.
En mi caso, el miedo y la confianza siguen enfrentándose cada vez que hago una presentación en público. Siempre me he sentido seguro sobre el contenido de mis charlas, pero igual me ataca el pánico escénico.
Una de esas veces fue durante una presentación en Mónaco, justo después de Paco Underhill, el pionero del retail y la investigación del comportamiento del consumidor. Estaba aterrorizado, hasta que Underhill comenzó a hablar y me di cuenta de que tartamudeaba. Verlo hablar con tanta confianza me hizo pensar: "Sí, yo también puedo salir ahí y rifármela".
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4. Elige la colaboración por encima de la confrontación
El skateboarding es tanto un deporte individual como una colaboración.
Mientras esperan su turno sentados en lo alto de la rampa, los demás te animan y golpean sus patinetas en señal de celebración si logras hacer un nuevo truco. También comparten consejos con generosidad: "La próxima vez trata de poner el pie un poco más adelante en la tabla".
Los mejores equipos creativos siguen este enfoque. Alguien me dijo alguna vez que existen dos tipos de agencias: las que se construyen con agresión y las que se construyen con amor. Yo sé cuál prefiero. En un equipo ideal, las personas se apoyan, confían entre sí y creen en lo que están construyendo juntas, especialmente cuando se trata de nuevos integrantes que están aprendiendo y necesitan tener acceso a alguien con experiencia que les sirva de guía.
Para fomentar una cultura de apoyo, adopté algo que vi en Procter & Gamble: hacer que la persona con menos experiencia hable primero en una reunión y avanzar desde ahí. Irónicamente, quienes están empezando muchas veces dicen cosas más inteligentes que sus superiores, quienes pueden limitarse a decir: "Me encantó lo que dijiste".
También hay un argumento de negocio a favor del trabajo en equipo. Los entornos colaborativos aumentan el compromiso de los empleados, lo que puede elevar la rentabilidad hasta en un 25%.
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5. Saber cuándo es momento de dejar ir
Para los skaters, saber cuándo abandonar un truco que no va a salir bien es casi un arte. Como líder, intento aplicar esa misma agilidad.
En las industrias creativas, muchas ideas suenan fantásticas en el papel, pero al momento de ejecutarlas, te das cuenta de que no van a funcionar. Es momento de desconectarlas antes de seguir desperdiciando tiempo y dinero.
Esa flexibilidad le sirve a cualquiera en un rol de liderazgo. Cuando llegas a cierto nivel, es probable que ya te hayan despedido o que te hayan hecho redundante. Ya no le tengo miedo a esas cosas. A veces eres tú quien se da cuenta de que no estás en el lugar correcto, como cuando le renuncié a un jefe anterior porque no coincidíamos en cómo llevar el negocio. Ya sea que la decisión de soltar venga de ti o no, lo que importa es tener la confianza para empezar de nuevo.
En el skate y en los negocios, nadie arranca con la intención de fallar. Pero al final, no puedes controlar lo incontrolable. Para un líder y su equipo, lo más importante es no tenerle miedo al fracaso —porque si una organización se mueve desde el miedo, está condenada. Cuando las personas temen fracasar, empiezan a jugar a la política. Antes de que se den cuenta, ya han arrojado a los demás debajo del autobús. Es un problema real, considerando que un tercio de los gerentes corporativos lideran con miedo.
Incluso si un líder opta por una postura más cautelosa, es mejor hacerlo desde un lugar de confianza. En cualquier caso, lo importante es saber caer.