Dejé atrás esta mentalidad tóxica para poder competir con Google — y funcionó No vale la pena que te obsesiones por la mayoría de las tareas diarias. Prioriza en qué enfocar tu esfuerzo y, si estás trabajando en algo grande, no te preocupes por hacerlo perfecto al primer intento.
Por Aytekin Tank
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Ese fue uno de los correos más impactantes que había recibido, y solo tenía una línea: "¿Viste que Google lanzó un producto que te compite?".
El correo, enviado por un amigo, me informaba sobre la llegada de Google Forms, lo que significaba que mi entonces joven startup, Jotform, de pronto tenía que enfrentarse a una de las empresas tecnológicas más poderosas del mundo.
Al principio, entré en pánico. Sentí que no había manera de competir. Luego, me puse a planear. Si quería mantenerme en pie, tenía que ser mucho más eficiente en la gestión de mis responsabilidades. Analicé en qué estaba invirtiendo mi tiempo y me di cuenta de que gran parte de mi día la pasaba en tareas tediosas y de poco valor, como enviar correos electrónicos.
Fue ahí cuando empecé a automatizar, estableciendo procesos para todo aquello que no estuviera directamente relacionado con mejorar mi producto y mi estrategia. Por supuesto, no todo lo que automatizaba salía perfecto. No todos los mensajes que enviaba tenían ingeniosas frases o un toque personal. Pero no era necesario. Buscar la perfección, especialmente en áreas que en realidad no importaban, habría sido mi perdición. En su lugar, me concentré en hacer las cosas lo suficientemente bien.
El resultado: Jotform prosperó, incluso teniendo a Google como competidor. Aquí te cuento cómo liberarte de la mentalidad perfeccionista y enfocarte en lo que realmente importa.
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El lado oscuro de buscar la perfección
La perfección es paralizante. Si estás aprendiendo algo por primera vez, ya sea programar o cocinar, vas a cometer errores. Es parte inevitable del proceso y, más aún, del crecimiento.
Una de las cosas que más he disfrutado de la paternidad es ver a mis hijos aprender a leer y escribir: están esforzándose por desbloquear un mundo de lenguaje, pero el camino no es fácil. Lo que al principio son solo formas en una página, con práctica, eventualmente se convierten en letras, luego en palabras y, finalmente, en oraciones completas. Me recuerda lo dispuestos que estamos a aprender cuando somos pequeños, pero a medida que crecemos, nuestra curiosidad por el aprendizaje es reemplazada por el miedo al fracaso.
Si siempre persigues la perfección, nunca te atreverás a probar cosas nuevas, salir de tu zona de confort o asumir riesgos. ¿Mi consejo? Aprende a estar cómodo con no ser bueno. Es decir, acostúmbrate a intentar cosas nuevas con tanta frecuencia que la imperfección deje de ser algo doloroso. Este tipo de "terapia de exposición" realmente funciona: en un estudio, los investigadores asignaron a los voluntarios tareas en las que cometerían errores repetidamente. Al final del experimento, que duró dos semanas, descubrieron que los participantes tenían niveles más bajos de perfeccionismo que cuando iniciaron.
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Priorizar el progreso
Una señal clara de una mentalidad perfeccionista es la "procrastinación productiva": puedes mantenerte ocupado hasta el fin de los tiempos haciendo pequeños ajustes y cambios insignificantes en cosas que realmente no importan. Puedes posponer escribir un libro limpiando tu casa hasta que brille, o puedes arremangarte y ponerte a trabajar.
Para muchos de nosotros, el primer paso en algo nuevo es el más difícil. En lugar de quedarte paralizado frente a una página en blanco, pídele a la inteligencia artificial que genere un esquema o un primer borrador. Hacer esto te da un punto de partida: siempre es más fácil trabajar sobre algo, aunque no sea perfecto.
Me gusta el consejo de la médica y autora Rajani Katta, publicado en Harvard Business Review, quien sugiere apartar tiempo solo para generar ideas, ya sea dando un largo paseo o discutiéndolas con un colega. Luego, ella dicta sus pensamientos en su teléfono, lo que resulta menos intimidante que escribirlos directamente en una página en blanco. "Cuando me siento a escribir, tener estas palabras iniciales dictadas me ayuda a calentar mi pensamiento y me da un lugar desde donde empezar", explicó. "Puede que termine eliminando el 80% de lo que dicto, pero este material inicial me ayuda a preparar mi mente y a sumergirme más rápido en el proyecto".
Después de dar ese primer paso, date un momento para felicitarte por el logro. Puede parecer una tontería, pero el perfeccionismo suele nacer de la necesidad de tener éxito en todo. Esto hace que constantemente elevemos la vara hacia metas inalcanzables sin detenernos a reconocer el progreso que ya hemos hecho. Si la búsqueda interminable de la perfección es una receta para el agotamiento, reconocer —e incluso disfrutar— el camino es parte de la solución.
Como alguien que ha luchado con el perfeccionismo, sé que no siempre es fácil conformarse con "suficientemente bueno". Y aunque hay cosas realmente importantes que pueden merecer nuestra obsesión, la mayoría de las tareas diarias no lo son. Prioriza en qué enfocar tu esfuerzo y, si estás trabajando en algo grande, no te preocupes por hacerlo perfecto desde el inicio. El progreso, y no la perfección, es lo que te llevará a donde quieres llegar.