Mi ambición afectó mi salud. Así es como puedes evitar cometer los errores que yo cometí Ningún KPI en tu startup vale más que tu salud. Una lección importante para fundadores: cuando la salud falla, todo puede desmoronarse como un castillo de naipes.
Por Karan Khemani
Key Takeaways
- El estrés crónico derivado del emprendimiento puede tener manifestaciones físicas severas; hacer ejercicio regularmente no basta para contrarrestar estos efectos.
- Cambiar la dieta y el estilo de vida resulta fundamental para manejar problemas de salud relacionados con el estrés; se recomienda que los emprendedores vean la comida como medicina.
- Mejoras en la salud a largo plazo pueden potenciar el desempeño empresarial, lo que demuestra el vínculo esencial entre el bienestar físico y la resiliencia profesional.
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En 2006, apenas dos años después de haber comenzado mi carrera en la banca, mi mentor David Croft me dijo: "Llévatela tranquilo. No querrás tener una crisis nerviosa o quemarte más adelante." Yo tenía apenas 24 años. Sonreí y pensé: "Yo no me quemo." Diez años después, como emprendedor de 34, me arrepentí de no haberlo escuchado.
Tal vez pienses que salir a correr con regularidad o ir al gimnasio de vez en cuando es suficiente para cuidar tu salud. Pero si eres emprendedor, piénsalo de nuevo. Construir una startup exige un desgaste emocional y psicológico extraordinario — una trotada no borra eso. Las fracturas se acumulan, y el estrés emocional se convierte en síntomas físicos.
Mi momento detonante llegó en agosto de 2016.
Recién había regresado de unas vacaciones en Maldivas — supuestamente un descanso para recargar energía. Nuestra startup había entrado en una fase "estable": los ingresos superaban los costos y habíamos lanzado una nueva herramienta de trading social. Cada vez que la plataforma generaba una recomendación ganadora, los usuarios ganaban dinero y lo celebraban — recompensando a nuestros cerebros con dopamina. Cuando las operaciones fallaban, se activaban el cortisol, la adrenalina y la norepinefrina, provocando esa conocida reacción de estrés que revuelve el estómago.
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Esta montaña rusa química era constante. Súmale la presión de escalar el negocio y corregir errores, y sin darme cuenta había construido una tormenta dentro de mi sistema nervioso. Ese fue el evento detonante, pero situaciones similares habían salpicado mi camino desde que empecé a trabajar en 2005.
Una mañana, me desperté con una sensación extraña. Cada respiración se sentía insuficiente. Esa sensación me acompañó todo el día. Los días se convirtieron en semanas, con el miedo acechando poco a poco.
¿Era ansiedad? No. Esto era algo más insidioso.
Tres semanas después de haber comenzado ese calvario, cancelé una cena e intenté dormir para olvidarlo. Pero incluso acostado, sentía que me faltaba el aire. Entonces mi corazón empezó a acelerarse, con un ritmo visiblemente irregular. Entré en pánico. Esto tiene que ser un infarto. Corrí a un hospital privado, pero al final me mandaron de regreso a casa, diciendo que había sido un ataque de pánico.
No lo era.
Esa noche, mi corazón me sobresaltaba cada vez que intentaba dormir. La adrenalina se disparaba sin control. Mi cuerpo estaba agotado, pero no podía descansar. Al amanecer, me sentía como un zombi. Comer me provocaba inflamación. Respirar, dormir, caminar —incluso hablar— se habían convertido en lujos. Caminar cinco minutos me provocaba opresión en el pecho. Era prisionero de mi propio cuerpo. Esta situación duró un mes, hasta que tiré la toalla.
Delegué las operaciones a mi COO y volé de regreso a Alemania en noviembre de 2016, en busca de ayuda. Mi médico de la infancia me mandó a hacer una batería de exámenes; vi especialistas en neurología, neumología, cardiología, endocrinología… todo salía normal.
La verdad, como descubrí después, era más simple: había descuidado mi salud durante una década. Mi sistema nervioso estaba colapsado. Este era el costo de una ambición implacable. Había cruzado una línea.
Así que hice lo que siempre había hecho: lo interioricé. Lo acepté con estoicismo, me adapté y volví a una funcionalidad parcial. Respirar seguía siendo difícil. Tenía intolerancias alimentarias, trastornos del sueño — y aun así seguí adelante, mientras el negocio se volvía más complejo.
La causa raíz, sin embargo, no se reveló hasta 2022.
Ese año, al salir de la pandemia, apareció un nuevo síntoma. Fui con un reumatólogo, y me dijo que mi cuerpo estaba permanentemente atrapado en modo de lucha o huida. Entonces lo entendí: años de estrés habían reconfigurado mi sistema. Mi cuerpo ya no distinguía entre factores estresantes menores y amenazas existenciales. Incluso la comida o el ejercicio suave provocaban inflamación. Mi sistema nervioso se había vuelto hipersensible.
Comprender la causa raíz lo cambió todo. Esa misma semana, mi respiración mejoró notablemente — por primera vez en seis años. Estaba lejos de ser perfecta, pero volví a sentirme humano. Simplifiqué mi dieta, aumenté mis entrenamientos de dos veces por semana a cuatro, luego a seis.
Durante los siguientes tres años, prioricé el rigor físico para equilibrar mi sistema nervioso. El estrés del trabajo seguía presente, pero el cortisol se quemaba de forma constante. Poco a poco, los síntomas desaparecieron.
Para cualquier emprendedor que recorra este camino, esto es lo que he aprendido:
1. Tu cuerpo retiene el estrés — encuentra una forma de liberarlo
El rechazo, los tropiezos con inversionistas, la salida de empleados — cada evento deja una huella. Los absorbes, incluso los transformas en impulso para el éxito. Pero con el tiempo, esa deuda emocional se entreteje en la propia estructura celular de tu cuerpo. El estrés crónico se acumula y, eventualmente, se manifiesta físicamente. Si lo ignoras el tiempo suficiente, puede quebrarte. Aunque parezcas estar funcionando, tu cuerpo lleva la cuenta, y si no encuentras formas activas de liberar el estrés, puede llegar el momento en que ya no seas capaz de seguir adelante con tu misión.
Invierte tiempo en un pasatiempo ajeno a tu startup. Puede ser ejercicio constante (dos o tres veces por semana no es suficiente), o actividades como la meditación, el yoga, la escritura, la exploración o los viajes — cualquier cosa que te permita desconectarte. Idealmente, ese pasatiempo no debe involucrar pantallas, pues estarás a solo unos clics de revisar un correo estresante relacionado con el trabajo.
2. Ve la alimentación como medicina
El emprendimiento suele ir acompañado de malos hábitos nutricionales. Alcohol, cigarrillos, bebidas energéticas, comida chatarra — es común, pero letal con el tiempo. Estos hábitos no solo afectan tu cintura; dañan tu ADN y la química de tu cerebro.
Yo nunca bebí ni fumé —va en contra de mi rutina de ejercicio y artes marciales— pero aun así pagué el precio de una mala alimentación y el estrés. Procura mantener una alimentación saludable entre el 70% y el 80% del tiempo. Las comidas trampa están bien, pero no dejes que la comida reconfortante se convierta en un estilo de vida. Es un camino resbaladizo: tu cuerpo puede soportar esa avalancha de "insultos deliciosos" mientras eres joven, pero pierde eficiencia para metabolizarlos con los años.
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3. Mejorar tu salud puede traducirse en un mejor desempeño empresarial
Yo empecé a entrenar solo para volver a respirar con normalidad. Hoy, establezco KPIs de fitness cada año — mido fuerza, resistencia, flexibilidad. Esa mentalidad se traslada. Ya sea que estés levantando 150 kg en peso muerto o corriendo diez kilómetros sin parar, tu confianza para enfrentar crisis empresariales aumenta, aunque sea de forma marginal. Mira a Zuckerberg: pasó de ser un programador en sudadera a una auténtica bestia del MMA.
El poder físico alimenta la resiliencia mental. Y la resiliencia mental fortalece el poder físico. La simbiosis es real.
4. No esperes encontrar todas las respuestas solo en los médicos
Puede que tus análisis salgan normales, pero sigas sintiéndote terrible. Mientras más pruebas te hagas, más hallazgos accidentales puedes descubrir — lo que a su vez puede detonar espirales de ansiedad. No te obsesiones con enfermedades raras ni caigas en el autodiagnóstico. Es poco probable que tu cuerpo haya sucumbido a una enfermedad que aún no ha sido descubierta por la ciencia médica. Es mucho más probable que tu sistema nervioso sea el verdadero culpable.
Concéntrate en sanar: simplifica tu vida, reduce los desencadenantes, come mejor y muévete más. Tu cuerpo sabe cómo recuperarse — solo necesita que le des espacio.
Conclusión: Conviértete en tu versión 2.0
Puedes iterar tu startup. Puedes darle un giro a tu negocio. ¿Por qué no hacer lo mismo contigo? El emprendimiento no solo pone a prueba tus ideas — también pone a prueba tu biología. Sin autoconciencia y sin una verdadera preocupación por tu salud, el precio del éxito puede ser devastador.
Escucha a tu cuerpo. Dosifica tu energía. Y construye la startup más importante de todas: tú.