En el mundo emprendedor, aguantar también es tener éxito Una historia que desafía la narrativa tradicional del éxito que evidencia la importancia de enfocarse en la persistencia y la adaptación, incluso cuando el mercado no escucha.
Por Pablo Sierra
Key Takeaways
- No todas las startups escalan, pero algunas perduran. En esa permanencia también hay éxito.
Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales

En el mundo empresarial hay dos tipos de historias: las que se cuentan cuando todo está empezando, las de las maravillas, y las que se narran diez años después, cuando lo que queda es la única razón para continuar. Esta es de las segundas. ¿Poco comunes? Por ejemplo, alrededor del 90% de las startups no sobreviven a largo plazo.
La narrativa habitual celebra al unicornio, al "éxito en cinco años", al que escala sin mirar atrás. Pero hay otra cara: la del negocio que no desaparece ni se dispara. Que simplemente resiste.
La historia de la productora creativa Quan Studios se remonta al 2009 y es un buen ejemplo. Sin inversores ni incubadoras, surgió de la intuición de dos amigos: uno ingeniero industrial, el otro experto en postproducción. Detectaron una "necesidad poco atendida en el mundo corporativo": producir contenido audiovisual enfocado en comunicación interna.
Lo intentaron, funcionó, renunciaron a sus trabajos y siguieron adelante.
Lo que vino después no fue una línea recta, sino un recorrido lleno de ajustes, relocalizaciones, crisis y aprendizajes. Más que una empresa ejemplar, su historia sirve como espejo para cualquiera que esté intentando resistir con un proyecto propio.
Crecer sin inversión
Cuando todo comenzó, hacían de todo. Grababan, editaban, animaban, escribían guiones. Lo que sabían, lo ponían al servicio del cliente. Y lo que no sabían, lo aprendían. Llegaron a trabajar con marcas como Bavaria, Baxter y Asobancaria. En 2022, su equipo llegó a tener 23 personas y ventas cercanas a los €650,000.
¿El secreto? Ninguno. Solo relaciones, disciplina comercial y una sensibilidad especial para detectar lo que un cliente realmente necesita, más allá de modas o tendencias. Se puede ensayar rondas con inversores, pero también se puede ensayar con presupuestos y proyecciones de flujo de caja con los pies en la tierra.
En cierto modo, operaban como Patagonia en sus primeros años: sin adornos, sin marketing artificial, sin pitch decks para convencer a terceros.
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Nuevos mercados y mudanzas
En 2022, Juan Sabogal, uno de los fundadores de Quan Studios, se mudó a Madrid. No fue un movimiento estratégico, sino personal. Pero lo convirtieron en una ventaja. Parte de sus ventas en Estados Unidos empezaron a facturarse desde España. La operación siguió en Colombia, con una estructura ligera y modular.
Al mismo tiempo, comenzaron un proyecto paralelo: una serie de sesiones de contenido llamadas Quan Sessions. ¿La idea? Volver a conectar con el propósito original, con la creatividad, con otros emprendedores. En ese proceso, aparecieron nuevos aliados, clientes y direcciones posibles. Lo importante no fue la plataforma, sino el espacio que se creaba: uno donde era posible conversar sin vender, equivocarse sin consecuencias y pensar sin urgencia.
Pero a todo le llega su tiempo para pasar, y siempre llegan momentos críticos. Tres meses sin vender un euro. Un silencio de mercado que puso a prueba todo. El equipo seguía siendo grande. Había compromisos, expectativas. Decidieron no despedir a nadie. Pusieron a todos a trabajar en proyectos internos, intentaron reinventarse. Pero las ventas no llegaron.
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Las medidas drásticas
En el 2023, 14 años después de los comienzos, tomaron una decisión dura, pero clásica. A veces, ineludible: recorte. De 23 personas, quedaron ocho. Tuvieron que endeudarse para cubrir las liquidaciones. El golpe fue emocional, no solo financiero.
"Yo ni siquiera sé por qué sigo en esto, pero es lo único donde siento que mi tiempo tiene sentido", me contó José Sabogal, fundador de Quan Studios, sobre este momento.
La sensación de fracaso suele mezclarse con el peso de lo construido. ¿Cuántas veces se puede volver a empezar sin romperse? ¿Qué significa cuidar una empresa cuando parece que el mercado ya no te escucha?
De atender seis sectores pasaron a enfocarse en dos: videojuegos y farma. Dejaron atrás el consumo masivo y la publicidad tradicional. Decidieron trabajar con menos clientes, pero más afines a su propuesta de valor. Y fue clave.
No buscaron inversión. No porque no pudieran, sino porque no tenía sentido. Su producto depende de algo que no se puede escalar con servidores: el talento creativo. "Nuestro activo no es escalable, es humano", repiten. Y ese tipo de afirmaciones no enamoran a los inversores que esperan crecimientos exponenciales gracias a la inteligencia artificial, pero ayudan a tomar decisiones coherentes con la naturaleza de ciertas compañías.
Tampoco es una intuición aislada. Crecer sin estrategia clara puede convertirse en un riesgo mayor que no crecer en absoluto. Según Forbes Centroamérica, muchas empresas que intentan expandirse demasiado rápido se enfrentan a problemas como sobrecarga operativa, pérdida de cultura organizacional y falta de liquidez. En este caso, elegir enfocarse fue menos un acto de moderación que una apuesta por la estabilidad.
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La lección que pocos quieren escuchar
Una encuesta de CB Insights sobre por qué fracasan las startups muestra que el 38% muere por falta de liquidez, y el 35% porque no hay mercado para su producto. Saber cuándo retirarse o reenfocar es una decisión estratégica. Y emocional.
No todas las empresas tienen que escalar. No todas necesitan levantar millones. No todas están destinadas a convertirse en unicornios. Algunas, simplemente, tienen que durar. ¿Y eso no es menos valioso? Este caso no es un éxito ruidoso. Es un ejemplo de persistencia. De leer señales. De tomar decisiones incómodas a tiempo. De no seguir modas. De ganarse la vida.
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