"Tuve que apostarlo todo": consejos de un autor debutante sobre escribir, editar, promocionar… y hasta narrar el audiolibro de su novela Colin Thompson, cineasta y autor de "THE SPOILS", desglosa el arduo proceso que viene después de escribir tu primer libro.
Por Dan Bova

Ya sea una novela o un libro de negocios, cualquiera que haya invertido todo el tiempo necesario para poder llegar a escribir la palabra "fin" se enfrenta a la misma pregunta: ¿y ahora qué?
Entrepreneur se sentó con el novelista debutante Colin Thompson para conocer su visión sobre el trabajo que comienza justo cuando uno cree que lo difícil ya terminó. Thompson escribió y dirigió tres largometrajes (Loser's Crown, It's Us y Light Years) antes de escribir su primera novela, THE SPOILS, una muy divertida, oscura y retorcida historia sobre un tipo que lucha por encontrar el éxito y la felicidad como guionista en Hollywood.
Con cada paso, el personaje principal enfrenta ese tipo de autodesprecio y malas decisiones que experimenta cualquiera que se lanza a hacer algo grande, y al final... bueno, no arruinaremos THE SPOILS. Solo diremos que las cosas terminan de una manera tan sorprendente para el lector como para el protagonista.
Le pedimos a Thompson que compartiera su camino como escritor y las lecciones que ha aprendido sobre cómo sacar una idea de la cabeza, ponerla en el papel y, lo más importante, hacérsela llegar al público adecuado.
¿Qué te motivó a escribir esta novela?
Después de vivir en Los Ángeles y escribir, principalmente, guiones durante una década, necesitaba salir de la caja estéril del guionismo y de la cuadratura del software FINAL DRAFT. La historia (que se convirtió en THE SPOILS) que quería contar no encajaba bien en un guion de 90 a 110 páginas. Una crítica recurrente a muchos de mis guiones era que la "acción" (las líneas y descripciones entre los diálogos) era demasiado "florida". Así que, como una especie de gesto rebelde hacia todos esos guiones que nunca se vendieron —o tal vez hacia todos quienes nunca los compraron—, decidí escribir una novela, algo que siempre había querido hacer, pero que me daba miedo y me intimidaba desde que leí Freedom de Franzen en 2010. Solo me tomó trece años superar ese miedo. Viéndolo en retrospectiva, fue un momento perfecto, porque el cine —especialmente los guiones especulativos— estaba muriendo. Así que pensé: ¿por qué no lanzarme de cabeza a otro medio imposible y moribundo… ¡snob y exclusivo! En resumen: soy un idiota.
¿Puedes contarnos cómo es tu proceso de escritura?
Un amigo mío tiene una casa muy bonita en los Adirondacks, al norte del estado de Nueva York. Durante muchos años, era un lugar casi anti tecnológico: sin wifi y solo con un teléfono fijo. Me iba allá por una semana y escribía sin parar. De vuelta en Brooklyn, me encontraba en mejor estado mental para sentarme a escribir durante una hora, donde fuera que pudiera encontrar algo de tiempo. Las mañanas son, probablemente, cuando mejor rindo. Pero trato de estar dispuesto a enfrentarme a la pantalla de la computadora a cualquier hora del día.
No hago esquemas. Como dijo una vez Charlie Kaufman, hacer esquemas es para tontos y limita el lugar a donde te puede llevar tu mente absurda. Con la mayoría de mis guiones (y con esta novela), cuando me siento a escribir, ya sé cómo y dónde termina todo. Con THE SPOILS, conocía las últimas líneas, los planos finales, la sensación. Así que, aunque no hago esquemas, sé hacia dónde voy. En el camino pueden pasar cosas rarísimas —como que lluevan ranas—, pero siempre voy preparado: con zapatos decentes y calcetines de repuesto.
¿Buscas retroalimentación mientras escribes?
La verdad, no. Mi esposa es la primera en leer lo que escribo, y sabe exactamente qué decir… o qué no decir. Después de vivir en Los Ángeles, aprendí que nadie sabe nada con certeza y que todo el mundo tiene una opinión. Me equivoqué muchas veces por no confiar en mi intuición. Claro, el mundo literario es distinto, y en este proceso he conocido a otros escritores a quienes probablemente les pediría que lean mis borradores en el futuro. Pero creo que soy de los que prefieren llevar el balón hasta la zona de anotación y luego ver si alguien quiere revisar la grabación del partido conmigo antes de, con suerte, colarme a los playoffs. No estoy 100% seguro de que esa analogía de fútbol americano funcione, pero me la voy a quedar.
Para serte sincero, soy bastante bueno detectando cuándo algo no funciona; cuando algo le falta a alguna parte o simplemente no está bien. Después de editar tres largometrajes, aprendí a ser implacable. Lo que no sirve, va directo al piso de la sala de edición. No me tiembla la mano con el bisturí.
¿Qué sentiste al escribir la palabra "Fin"?
Estaba solo en los Adirondacks cuando la escribí. Me paré, sin sentir gran cosa, miré a mi alrededor buscando a alguien con quien chocarlas y, quizás, solté un "¡wow!". Luego, seguro intenté llorar, empecé a reírme y me preparé un trago.
Como ya dije: sabía hacia dónde iba, cómo terminaba, así que llegar ahí fue como terminar un Ironman… pero con llagas de cama y atrofia muscular.
¿Qué le aconsejarías a alguien que está por publicar su primera novela sobre elegir entre la vía tradicional o la autopublicación?
Consigue un agente. Publica por la vía tradicional. Es mucho más impresionante.
Dicho eso… yo no hice ninguna de las dos. Publiqué por medio de un modelo "híbrido", lo que significa que le pagué a una pequeña editorial para que me diera su sello y pareciera una publicación oficial. Valió cada centavo (en serio). Me orientaron durante todo el proceso, pero yo pude diseñar la portada (o más bien, tuve la idea, que luego un amigo hizo realidad), elegir las fuentes, el interlineado, todo.
Me llevo la ganancia directa por cada venta, no estoy esperando un adelanto raquítico, que quizá nunca supere. Si el libro despega —en el caso remoto de que Emma Roberts o Natalie Portman lo incluyan en su lista—, el dinero es mío, no de la editorial.
Hoy en día, el marketing recae principalmente en el autor. ¿Qué estrategias has seguido para dar a conocer tu libro?
Le envié un correo a todas las personas con las que alguna vez me había escrito. Probablemente llegó a su carpeta de spam. Soy bastante malo con las redes sociales. Juré que nunca pondría a mi hija en mi cuenta de Instagram (@loserscrown), pero ella genera vistas, métricas… y como al final todo el dinero va para ella, pues que al menos se lo gane (y lo disfrute). Esta es la parte más molesta. Me canso con solo subir una historia a Instagram.
Uso mi newsletter en Substack para impulsar el libro; ahí he publicado algunos capítulos, además del soundtrack del libro (estoy plagado de referencias deportivas y musicales; no puedo evitarlo, es mi forma de entender el mundo).
Tuvimos algunas lecturas en Burlington, Vermont, que estuvieron increíbles. Invité a dos amigos músicos al escenario, y entre fragmentos del libro tocábamos canciones que aparecen en la historia. Mike Gordon, de Phish, fue una de las personas que asistió. Creo que nunca me he sentido tan cool. Pero no teníamos presupuesto para una gira, así que después de esas dos noches, el bajón de dopamina fue bastante deprimente.
Mi consejo más importante es: sal y habla con la gente. "Haz networking", o como se diga. En realidad, es un consejo que me estoy dando a mí mismo, porque hace mucho, mucho tiempo que no hablo con un adulto fuera de mi colonia.
Además: por más que duela, por más que sientas que se muere un pedacito de ti cada vez que subes algo o intentas vender tu libro en redes sociales… supéralo. Mejora en eso. Estamos en 2025. (Otra vez, mucho de esto es un discurso motivacional para mí mismo.)
Grabaste el audiolibro tú mismo. ¿Crees que es algo que los autores suelen pasar por alto?
Creo que, hoy en día, el audiolibro es la forma en que la mayoría de la gente consume literatura, aunque no tengo cifras que lo respalden. Apenas empecé a escuchar audiolibros hace poco; principalmente escucho no ficción o libros muy populares que no me sentiría cool leyendo en público (por ejemplo, The Lincoln Highway). Por suerte, he hecho mucho trabajo de locución en los últimos años, así que tenía todo el equipo necesario, salvo una cabina ventilada. Pensé: "Esto va a ser rápido". Pero no fue así. Fue mucho trabajo (sin ventilación), y editarlo fue como editar una película de diez horas, pero escuchándome todo el tiempo. Lo que pasa con el audiolibro es que el narrador puede hacer que funcione o no. Un buen narrador puede salvar un libro excelente, pero uno malo puede arruinarlo.
Cantas bastante en tu audiolibro y tienes buena voz.
Gracias. Fue una decisión divertida, porque al principio cantaba a medias en las primeras tomas, y al escucharlas me di cuenta de que tenía que entregarme por completo, tenía que cantar de verdad. Tenía que mostrarle al mundo mi mejor Bobby (Dylan). Así que, gracias por decirlo.
Escribir y promocionar un libro es un proceso largo y agotador. ¿Qué te ha ayudado a seguir adelante en esos días en que no tienes muchas ganas de escribir o de hacer promoción?
Me gusta poder decir que hice algo que la mayoría de la gente solo dice que quiere hacer. Por eso hice mi primera película. Soy tremendamente inseguro y, al mismo tiempo, muy confiado. Mucha gente dice que quiere escribir un libro, pero pocos lo hacen. Yo por eso lo hice. Eso me ayudó a superar los días difíciles.
En esos días en que no tengo ganas de escribir, trato de avanzar aunque sea una página; así mantengo el impulso. Cuando no tengo ganas de promocionar, me quedo mirando al teléfono molesto y me pregunto por qué no he tenido más éxito.
Mi consejo para quienes están escribiendo por primera vez es que no desanimen si son rechazados. Todo este rollo es muy subjetivo, y los agentes solo levantan un dedo húmedo al viento, tratando de predecir el impredecible clima del "mercado". Si crees que tu trabajo es bueno, si crees que tu libro es genial, probablemente no lo sea, pero nadie sabe nada, ¿entonces quizá sí? ¿Eso ayuda?
Relacionado: Promocioné mi libro descaradamente esta temporada. Así me fue