La floricultura colombiana y su fuerte conexión con el mercado estadounidense El sector floricultor colombiano, su éxito exportador a Estados Unidos, y la amenaza de los aranceles de Donald Trump.
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En Colombia, el clima privilegiado y el trabajo meticuloso de miles de personas dan vida a rosas, claveles y crisantemos de vibrante color. Durante más de 50 años, la exportación de flores frescas a Estados Unidos ha sido el motor indudable de un sector que floreció hasta convertirse en un caso emblemático de éxito agroexportador colombiano.
Solo durante la temporada del Día de las Madres que se celebró el pasado mes de mayo, unas 20,100 toneladas de flores salieron desde Colombia y Ecuador a mercados de Estados Unidos y Europa cruzaron a través de Avianca Cargo; un 15% más con respecto al año pasado.
Sin embargo, la sombra de una propuesta arancelaria del presidente Donald Trump —un impuesto general del 10% a las importaciones— amenaza con marchitar la vitalidad de una industria que depende abrumadoramente del consumidor norteamericano.
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Un tallo que sostiene a miles de familias
Las cifras hablan por sí solas del dominio colombiano en los floreros estadounidenses. Según datos consolidados de ASOCOLFLORES (Asociación Colombiana de Exportadores de Flores) y corroborados por reportes del Servicio Agrícola Exterior del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA-FAS), Colombia provee aproximadamente el 75% de todas las flores frescas importadas por Estados Unidos.
En 2024, este flujo comercial superó los $1,800 millones de dólares, consolidando al país andino como el proveedor indiscutible ahora por encima incluso de las exportaciones de café a Estados Unidos. Más allá de las divisas, la industria es un pilar social: genera más de 200,000 empleos directos e indirectos, con una notable participación femenina y un impacto transformador en regiones que han visto en la floricultura una alternativa sostenible a economías ilícitas.
Este año, el sector continúa siendo clave. Avianca Cargo operó 300 vuelos dedicados para la ocasión del Día de la Madre, con la mayor parte de las flores fluyendo a través del Aeropuerto Internacional de Miami. Desde allí, las flores se distribuyeron hacia los minoristas y centros logísticos de todo el país, para aterrizar finalmente en las manos de miles de personas que las compraron con intención de regalar flores como principal gesto de amor y agradecimiento.
Más de 150,000 toneladas de flores pasaron por la red de la aerolínea sólo en 2024, y Miami recibió más del 85% de ese volumen. Para la floración de primavera de este año, Avianca también amplió su equipo local en un 30%, un movimiento estratégico para ayudar a mantener el control de calidad y garantizar la entrega a tiempo.
Diogo Elías, CEO de Avianca Cargo, señaló que este fue un esfuerzo colectivo entre todos los involucrados en el proceso y que se unieron. "El Día de la Madre es uno de los momentos más significativos del año para la industria de las flores. Gracias a todos nuestros principales actores y clientes, reconocemos cada una de estas 20,100 toneladas como un logro compartido", dijo.
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Un cálculo con espinas: la amenaza de un arancel del 10%
La propuesta de Donald Trump como parte de una política económica proteccionista bajo el lema America First, implica imponer un arancel general del 10% sobre todas las importaciones a Estados Unidos.
Esta medida, si se implementa, colocaría directamente en la mira a las flores colombianas, dada su enorme cuota de mercado. Sumando la inflación y los incrementos en los costos durante los últimos años, los aranceles podrían generar un impacto negativo en el mercado.
Desde ASOCOLFLORES sostienen que "no es fácil trasladar ese costo al consumidor".
La vulnerabilidad radica precisamente en esa dependencia extrema: tres cuartas partes de las exportaciones totales de flores del país reposan en un único destino. La historia de las flores colombianas en Estados Unidos es un relato de éxito, perseverancia y valor agregado. Sin embargo, su extraordinaria dependencia de ese mercado la convierte en un caso paradigmático de vulnerabilidad ante los vientos proteccionistas.
La implementación de un arancel general del 10% representaría un golpe severo a un sector vital para la economía y el tejido social colombiano, con ecos negativos también para los consumidores y el mercado floral estadounidense.
La respuesta debe combinar la urgente y hábil diplomacia comercial con una búsqueda pragmática de resiliencia a través de la diversificación y la eficiencia. El desafío es mayúsculo: preservar la belleza y el sustento de una industria que es mucho más que flores; es un símbolo de lo que Colombia puede lograr en los mercados globales. Su futuro, por ahora, es tan frágil como incierto y prometedor.