¡Es hora de dejar de analizar en exceso y comenzar a tomar decisiones! Considerar todos los ángulos antes de hacer un movimiento a menudo puede hacer que nos inclinemos hacia las decisiones equivocadas, en lugar de las correctas.
Por Jonathan Løw
Este artículo fue traducido de nuestra edición en inglés.
Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales
En sí mismo, el miedo al fracaso no es algo malo. La mayoría de las personas están familiarizadas con el sentimiento, pero todos tenemos diferentes formas de afrontarlo. Algunos logran usar su miedo como catalizador para pensar en soluciones exitosas y dar pasos hacia sus objetivos. Otros están atrapados en un flujo incesante de pensamientos que terminan ralentizando su capacidad para tomar decisiones acertadas.
Independientemente de a cuál de los dos grupos pertenezca, el proceso de sobreanalizar es uno de los subproductos comunes del miedo con el que todos luchamos.
¿Por qué sobreanalizamos?
La razón por la que analizamos demasiado las decisiones es porque estamos tan concentrados en tomar la decisión correcta que perdemos lo más importante: nuestra mente clara. El resultado de analizar en exceso son las cavilaciones: un proceso de pensamiento demasiado analítico que ralentiza los procesos mentales que tienen lugar en el cerebro. Estos procesos son vitales para nuestra capacidad de tomar buenas decisiones.
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Dos ejemplos: el taxista y los deportistas de élite
Toma el trabajo de un taxista. Para garantizar que los únicos movimientos realizados sean seguros y eficientes, el cerebro de un taxista se enfrenta a los complicados procesos mentales de coordinación de la mente y el cuerpo.
Cuando el taxista ha estado haciendo su trabajo durante algún tiempo, adquiere tanta experiencia que puede tomar la mayoría de las decisiones sin tener que pasar por los procesos de pensamiento que implican argumentar a favor y en contra de ciertas decisiones. Si recuerdan sus primeras lecciones de manejo, recordarán que sus procesos de toma de decisiones no eran tan subconscientes e instintivos como lo son después de años de experiencia.
Si usted, o el taxista hipotético, tuvieran que realizar otra prueba de manejo, su conciencia de la necesidad de brindar un desempeño impecable probablemente afectaría su capacidad para conducir de la manera automatizada que normalmente lo haría. Es probable que empieces a pensar en cosas en las que normalmente no pensarías, como si tus manos estaban bien colocadas o no, o si estabas mirando por el espejo retrovisor con suficiente frecuencia.
En este caso, el problema surge tan pronto como empiezas a pensar en los diferentes componentes de tus decisiones; confunde tu cerebro. Mientras que normalmente podría conducir de manera efectiva y fluida gracias a su proceso automatizado de toma de decisiones, su respuesta repentina para analizar en exceso su técnica daría como resultado que su conducción se vuelva más lenta y menos coordinada. La presión que sentiría durante la prueba probablemente afectaría su capacidad para rendir al máximo de su capacidad.
Dentro del ámbito del deporte de élite, todos los deportistas están familiarizados con este conjunto de problemas. Recuerdo la sensación de sobreanalizar mi proceso de toma de decisiones cuando era el campeón danés de bádminton. ¿Hacia dónde debo apuntar el volante? ¿Debo jugar como lo haría normalmente? Las preguntas eran interminables y me quitaban el ritmo y la capacidad de tomar buenas decisiones bajo presión. Si me volviera demasiado consciente de las diferentes partes del proceso de toma de decisiones, el proceso constructivo que había construido tanto en el cerebro como en el cuerpo desaparecería en cuestión de segundos.
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Confía en tus instintos cuando estés bajo presión
Este tipo de análisis excesivo suele tener lugar en situaciones de presión. Personalmente, nunca me ha parecido un problema en mi vida laboral. Pero como deportista de élite, la presión tenía la capacidad de hacerme dudar de mis propios instintos y, por extensión, tomar decisiones equivocadas.
Cuando se enfrente a una decisión apremiante, siga el siguiente proceso de pensamiento:
1. Considere los argumentos a favor y en contra de cada posible decisión. Tómese el tiempo que necesite, pero dedique menos tiempo que la última vez que se enfrentó a una elección similar. Al reservar menos tiempo, entrenas tu capacidad para tomar decisiones bajo presión. Esta es la única forma de desaprender la tendencia a sobreanalizar las decisiones.
2. Una vez que hayas usado el tiempo que has reservado: ¡TOMA una decisión! Es posible que su cerebro no deje de discutir los argumentos a favor y en contra de las posibles decisiones, pero en este punto, es más probable que siga sus instintos, instintos y valores. Estos tres parámetros son imprescindibles para cualquier buen proceso de toma de decisiones.
3. ¡Felicitaciones! Ahora ha tomado una decisión bajo presión. Puede que no haya sido fácil y es probable que tu cerebro no te deje salir del apuro por completo. Lo más probable es que se enfrente a una corriente de pensamientos, preocupaciones y consideraciones sobre si ha tomado o no la decisión correcta.
Todos estos pensamientos y consideraciones pueden estar allí. Tratar de luchar contra ellos o forzarlos a alejarse solo creará más de ellos. Desafortunadamente, esa es la forma en que funcionan nuestros cerebros primitivos.
Lo mejor que puedes hacer es relajarte. Deje que los pensamientos se abran paso a través de su mente de la misma manera que las nubes se abren camino a través del cielo. Pasa al siguiente punto de la agenda, independientemente de que esté relacionado con tu vida privada o profesional. Ver televisión, lavar la ropa, salir a caminar: cualquier cosa para poner el cuerpo en movimiento.
Un buen mentor me dijo una vez que: "la vida está en el dedo gordo del pie derecho, no en la cabeza". Me recuerdo esto cada vez que mis pensamientos intentan convencerme de que importan más que la realidad; que importan más que el presente.
Tu instinto es una expresión de tu experiencia humana, tanto en lo profesional como en lo privado. Todos los días tomas decisiones sin analizarlas en exceso, pero todos tenemos ciertos patrones y áreas en las que corremos el riesgo de caer en la trampa de analizar en exceso nuestras decisiones.
Siguiendo el proceso de tres pasos descrito anteriormente, puede entrenar su capacidad para superar estos hábitos. Si su cerebro lucha contra este entrenamiento, recuérdese a sí mismo y a su cerebro que ustedes dos toman peores decisiones cuando analizan demasiado el proceso. Tu cerebro intentará convencerte de lo contrario. Lo mejor que puedes hacer es seguir practicando.
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