4 lecciones de mentoría que la Generación Z puede aprender de Karate Kid y Cobra Kai La más reciente temporada de Cobra Kai, junto con la trilogía original de Karate Kid, tiene algunas grandes enseñanzas de tutoría. Aquí te presentamos cuatro importantes lecciones para la Generación Z.
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Mientras veía la más reciente temporada de Cobra Kai (la quinta), encontré algunas grandes lecciones de tutoría a lo largo de la serie. En combinación con la trilogía original de Karate Kid, pensé que sería útil compartir estas lecciones con los miembros de la generación Z mientras comienzan sus carreras en medio de la pandemia y continúan navegando por el trabajo remoto, híbrido o presencial. A continuación, presento cuatro lecciones de tutoría para la Generación Z (nota: esta publicación contiene algunos spoilers).
1. Elige al mentor que sea adecuado para ti
El regreso del personaje de Terry Silver (impulsado por la codicia y el engaño — algunos hemos visto algo de eso en el mundo corporativo) te enseña que debes elegir un mentor con alta integridad y valores alineados con los tuyos, pero cuyas fortalezas complementen tus debilidades. Por ejemplo, tener un mentor que le rehúye al riesgo te ayudará a ver lo que podrías no anticipar si estás abierto al riesgo. Además, es importante asegurarte de que tu mentor no esté rebasado. A veces, los mentores se ofrecen "voluntariamente" a participar en varios programas y terminan por estar demasiado ocupados. No te desanimes y haz todo lo posible para superarlo, pero si es necesario busca un mentor informal que tenga el tiempo y la energía para guiarte en tu trayectoria profesional.
2. Los mentores también son seres humanos
En Cobra Kai, los instructores de karate (los senséis) Daniel LaRusso y Johnny Lawrence luchan constantemente con sus valores fundamentales a lo largo de la serie. Daniel trabaja con el dolor que soportó al ser intimidado por Johnny y el resto de la pandilla Cobra Kai. Johnny lucha con sus elecciones de vida (abandonar a su hijo y trabajar en puestos eventuales), hacer la transición para convertirse en un sensei de karate y tener una segunda oportunidad para transformarse en un buen padre. Esta lección se traduce muy bien en el mundo corporativo. No sabemos qué está pasando en la vida de nuestros mentores; en lugar de ponerlos en un pedestal, debemos ser pacientes y entender que son seres humanos como el resto de nosotros y que no siempre tienen todo resuelto. Además, los mentores no cuentan con un manual secreto sobre cómo tener éxito.
3. Prepárate para aprender y trabajar duro
Como vimos en la trilogía Karate Kid y Cobra Kai, los protagonistas necesitaron trabajar duro y tener una mentalidad de crecimiento para alcanzar el éxito (Eagle Fang + Miyagi Do = entrada al Torneo Internacional Sekai Taikai). Investigué las razones por las cuales los programas de mentoría o las relaciones se desmoronan cuando estaba desarrollando un programa para una asociación profesional que pretendía ayudar a evitar los fracasos de mentoría. Una de las principales causas por las que fracasan los programas de mentoría es que los aprendices no están preparados para aprender o trabajar duro y dejan que la relación se deteriore. Fui testigo de este problema de primera mano, a pesar de hacer todo lo posible para evitar que sucediera. Una de las grandes herramientas que tiene la Generación Z con la que los "millennials maduros" no contábamos es Google. Hacer una simple búsqueda sobre "preguntas que hacerle a mi mentor" te dará toneladas de resultados y consejos.
4. Quitar la cera, poner la cera: conecta el trabajo con el propósito
Una de las mejores (y más memorables) escenas de Karate Kid es cuando el Sr. Miyagi le pide a Daniel LaRusso que pinté su cerca y encere sus autos. Daniel finalmente se harta y le dice que quiere aprender karate, no trabajar de a gratis. El Sr. Miyagi le muestra que está creando memoria muscular para poder bloquear golpes y patadas. Las cosas no han cambiado mucho desde que se estrenó la película: necesitamos entender, como aprendices, empleados e incluso miembros de una familia, cómo el trabajo que hacemos juega en el panorama general o propósito al que asignamos nuestro tiempo y energía. También debemos entender que a veces ser paciente y confiar en el proceso es lo que nos conduce al crecimiento.
Si estás leyendo esto y no tienes un mentor, no te preocupes, ¡no pasa nada! Yo no conseguí a mi primer mentor hasta que trabajé para uno de mis profesores en la escuela de negocios; él ha impactado profundamente mi vida. Todavía almorzamos con frecuencia juntos hasta el día de hoy. Algunos consejos que les doy a mis estudiantes de pregrado (además de los cuatro anteriores) es que se comuniquen con las personas a las que admiran (en el trabajo o fuera del trabajo) y les pregunten si están disponibles para almorzar y escuchar sobre cómo llegaron a donde se encuentran hoy. Si están demasiado ocupados para almorzar, pregúnteles si están disponibles para conectarse por Zoom o para tomarse un café de 15 minutos. Si se niegan no lo tomes de manera personal, pero dales seguimiento y checa con ellos cada par de meses para ver si están disponibles.
Mientras navegas por el nuevo mundo del trabajo remoto, híbrido o presencial, sé vulnerable y proactivo y contacta a alguien a quien respetes para que te guie y te ayude a aclimatarte a la cultura de la empresa. Asegúrate de elegir al mentor adecuado, sé paciente, prepárate para aprender y trabajar duro, y pregunta cómo tu trabajo contribuye al panorama general. Si la persona que quieres que sea tu mentor está demasiado ocupada, busca a alguien que tenga el tiempo y la pasión para ayudar. Por último, no olvides devolver el favor y dedica tu tiempo a ser mentor de otros (preferiblemente mientras escuchas "You're the Best" de Joe Esposito).