Sísifo, la caída eterna y el emprendedor Somos emprendedores. Como Sísifo caemos. Como Sísifo nos levantamos.
Por Eduardo Scheffler Zawadzki Editado por Eduardo Scheffler Zawadzki
Levantarse y caer. Caer y levantarse.
Pareciera ser esa la secuencia eterna de nuestra existencia. Nos levantamos cada día para luchar por nuestro cometido y caer —muchas veces devastados— al ponerse el sol.
Nos levantamos triunfantes al cumplir metas, alcanzar un objetivo o al hacer realidad un sueño.
Caemos heridos cuando nos equivocamos, cuando fallamos y nos quedamos cortos en nuestras aspiraciones. Cuando dudamos de nosotros mismos. Caemos ardiendo en llamas, cómo Ícaro, o rompiendo en llanto. Caemos a veces enfermos porque nuestras piernas cansadas no pueden más y el corazón explota en una arritmia.
Caemos, pero solo para levantarnos de nuevo en esa secuencia divina como las mareas. Porque cada caída implica la oportunidad de un futuro ascenso.
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Y en ese sentido todos somos como Sísifo. El rey de Éfira (más tarde Corinto) quien, en una versión del mito griego, tras engañar a Tánatos, el dios de la muerte, logró encadenarlo y otorgarles la inmortalidad a los humanos de manera temporal. Hades, el dios del inframundo, se enteró de lo sucedido y castigó a Sísifo con una pena eterna: arrastrar una roca por una colina hasta la cima solo para que esta se deslizará hacia abajo obligando a Sísifo a empezar de nuevo.
El castigo de Sísifo se transformó en una herencia para la humanidad. Por eso después de levantarnos caemos. Y después de caer nos levantamos. En lo que Hades quizás no pensó es que este eterno castigo es también una preciosa oportunidad para seguir aprendiendo.
Porque cada caída, cada roca que estamos obligados a empujar hasta la cima de una colina viene acompañada de conocimiento, de experiencia, de esa sabiduría que nos hace más fuertes, más sabios, más sensibles.
Así es también el camino del emprendedor: lleno de obstáculos y tropiezos. Pero cada uno nos fortalece y nos acerca más a nuestro sueño.
Aunque estemos condenados a caer de nuevo, siempre nos levantamos con más fuerza.
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