"El ayer nunca sucedió y el mañana nunca sucederá": esta es la razón por la que tu estrategia comercial necesita usar este lema Nuestros problemas están en el pasado, pero hoy es cuando los podemos resolver.
Por Shannon Scott Editado por Eduardo Scheffler Zawadzki
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El otro día, un joven emprendedor me pidió ayuda con el negocio que acaba de adquirir: "Recaudamos un millón y medio de dólares en capital hace seis meses y nos hemos estado reuniendo para definir estrategias, pero todavía no hemos lanzado nuestro producto y no tenemos claro el plan de marketing. ¿Qué debemos hacer?"
Me sorprendió. ¿En dónde quedó el sentido de urgencia? No quiere decir que un CEO deba salir y tomar una decisión que altere las finanzas de la empresa en 24 horas, pero es algo que no puede tomar seis meses.
Puede ser fácil caer en el juego de pensar que siempre tendremos otra oportunidad en el futuro para arreglar lo que podríamos haber arreglado hoy, pero los CEOs no nos podemos dar ese lujo. Tenemos que tomar decisiones difíciles y no las podemos postergar. Nuestros equipos, empleados y clientes merecen algo mejor. A veces la regamos, pero lo asumimos y seguimos adelante. Nuestros problemas están en el pasado, pero hoy es cuando los podemos resolver.
"El ayer nunca sucedió y el mañana nunca sucederá".
Este dicho está escrito en mi espejo: Un recordatorio para cumplir todos los días con esa filosofía que le recomiendo seguir a todos los demás. Estas son las razones:
Acepta la realidad
La realidad no es algo que podamos manifestar para que exista. Todo lo que tenemos es lo que hay ante nuestras caras: cada momento es un regalo para aprovechar al máximo. En lugar de posponer los problemas para resolverlos en otro momento, debemos lidiar ahora con lo que podamos. Digamos que noto que el pomo de la puerta de mi oficina está suelto. Tengo dos opciones: puedo entrar y salir de esa puerta todos los días, sentir que la perilla de la puerta se sacude, diciéndome a mí mismo que lo arreglaré mañana hasta que un día, simplemente se caiga y tenga que pagarle a un profesional para que haga el trabajo por mí. ¡O simplemente puedo arreglar el maldito pomo! Posponer los problemas para más tarde les permite convertirse en problemas más importantes que se vuelven más difíciles y más costosos de resolver.
En cambio, los líderes deben aceptar el fracaso como una oportunidad para aprender, mejorar y crecer. A menudo nos atrincheramos para encontrar la solución de algún problema general de una sola vez. Pero la mayoría de los problemas requieren de múltiples pasos para ser resueltos, lo que significa que puede haber múltiples fallas en el camino. Un CEO cuya compañía tiene problemas financieros no puede simplemente entrar al banco y obtener un préstamo ese día. Necesita preparar presentaciones, reportes de rendimiento, pronósticos y estados financieros. Pueden desarrollar soluciones potenciales como equipo, pero los líderes tienen que tomar las decisiones finales y asumir el crédito o la caída: el riesgo y las recompensas.
Cualquier cosa que valga la pena crecer, desde un negocio hasta una relación, requiere de trabajo duro y un gran esfuerzo, más que solo el 100%. Este impulso constante para el crecimiento trae una mayor probabilidad de fracaso, pero el fracaso es lo que nos hace aprender. Cometemos un error y nos enfocamos en crear un mejor camino para evitar repetirlo. Cuando aplicamos lo aprendido, en lugar de perder, el fracaso nos da foco: nos damos cuenta de qué no hacer la próxima vez, qué enfoque no tomar o qué conversación no tener. Encontrar soluciones aliviará automáticamente las preocupaciones sobre los errores del pasado, y abordarlos con un plan de contingencia la próxima vez te ayudará a superarlos más rápido.
Fomentar soluciones
Muchas empresas fracasan porque se vuelven complacientes y dejan de encontrar formas de resolver más problemas. Todos recuerdan cuando Netflix trató de que Blockbuster la comprara, pero el CEO pensó que la idea nunca funcionaría. En ese momento, la impresionante oficina de Blockbuster y los ejecutivos bien vestidos estaban lo suficientemente satisfechos con lo que tenían. Puede ser tan fácil caer en la trampa del estancamiento. Pero ahora, nadie quiere ser un Blockbuster.
Cada semana, invito a mis ejecutivos a una reunión donde plantean problemas, pero les digo que mejor también vengan preparados con formas de resolverlos. Me rodeo de personas que son más inteligentes que yo, así que sé que puedo mantenerme fuera de su camino, dejar que hagan su trabajo y hacerlos responsables. Pero para ganarme esa confianza, tuve que darles ese margen de maniobra para encontrar soluciones, dejar que fallaran y permitirles solucionar el problema. Resolver problemas es la forma en que tú y tu organización continúan creciendo, y desarrollamos líderes alentando a los miembros del equipo a buscar soluciones.
No te detengas
Al resolver un problema, les daría a mis empleados el mismo consejo que les daría a mis hijos: no puedes arreglar lo que te sucedió ayer, así que no te detengas en ello. ¿Debemos llorar lo que perdemos? Absolutamente. Pero vivir en el pasado es un perjuicio para ti y para todos los que te rodean. No importa lo que emprendamos, una relación o un negocio, fallamos cada vez que detenernos en el pasado se convierte en un patrón.
Detenerse en el pasado es probablemente lo peor que un emprendedor puede hacer. Al final del día, la responsabilidad es del líder de una organización. Cuando nos quedamos atrapados en las pequeñeces de lo que hicimos o dijimos mal, dejamos de confiar en nosotros mismos para poder solucionarlo en el futuro. En el momento en que empezamos a pensar en los errores de ayer es cuando dejamos de encontrar soluciones hoy. Los líderes deben ser la punta de lanza que lidera en cada momento, no su cola. Dejamos de liderar, y todos dejan de seguir. En el liderazgo, no hay tiempo para la autocompasión.
Cuando te enfrentes al fracaso, en lugar de elegir sentir lástima por ti mismo, acepta que sucedió y nada puede cambiarlo. Esto te permite reenfocar tus esfuerzos en aprender cómo no fallar de nuevo la próxima vez. Sé rápido para actuar, pero toma decisiones informadas, comprende las consecuencias y sé capaz de asumir la responsabilidad cuando las cosas van mal porque lo harán. Concéntrate en lo que puedes resolver en este momento, toma medidas y admite cuando te equivoques para que puedas encontrar una mejor manera de hacer las cosas la siguiente vez.