Superar esta común forma de pensar te puede ayudar a tomar mejores decisiones No querer ver la posibilidad de que los eventos atípicos suceden puede sabotear tu toma de decisiones y tu futuro. Aquí te decimos cómo evitar esta tendencia.
Por Christopher Myers Editado por Eduardo Scheffler Zawadzki
Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales
La década de 2020 ha sido tumultuosa, especialmente para "millennials geriátricos" como yo, que crecimos en un período de paz y prosperidad sin precedentes. Los impactos de la pandemia del COVID-19, la guerra en Europa, el ascenso de una China antagonista y la agitación social en los Estados Unidos pueden parecer a la vez surrealistas y psicológicamente abrumadores. A pesar de estos desafíos, muchos de nosotros seguimos con los negocios como si nada pasara, solo para ser tomados desprevenidos por más eventos atípicos. ¿Por qué seguimos operando así y qué se puede hacer al respecto? La respuesta radica en comprender y superar un proceso de pensamiento persistente conocido como "sesgo de normalidad".
En pocas palabras, el término se refiere a la tendencia a subestimar la probabilidad de eventos inesperados y, por lo tanto, asumir que las cosas continuarán como lo han hecho en el pasado. Esta heurística puede llevar a graves errores de juicio, especialmente cuando se trata de eventos como pandemias, colapsos financieros o desastres naturales.
Uno de los peligros del sesgo de normalidad es que puede cegarnos ante la posibilidad de tales eventos. Esto puede ser particularmente problemático cuando se trata de sistemas inherentemente complejos e impredecibles como la política global, las finanzas y la tecnología. Para ilustrar este punto, solo necesitamos considerar los primeros días del COVID-19, cuando la idea de una pandemia mundial que mata a millones parecía el delirio de un teórico de la conspiración.
Los emprendedores y líderes de todo tipo tienen una responsabilidad particular de ser conscientes del sesgo de normalidad y protegerse contra sus posibles peligros. Pueden comenzar buscando perspectivas y opiniones diversas, lo que también significa rodearse de personas que piensen de manera diferente a ellos y que están dispuestas a cuestionar suposiciones. Al escuchar una variedad de puntos de vista, los líderes pueden obtener una comprensión más matizada de temas complejos y disminuir el riesgo de tomar decisiones apresuradas e infundadas.
Otra forma de protegerse contra el sesgo de normalidad es confiar en datos y análisis objetivos. Si bien las experiencias pasadas pueden ser fuentes valiosas de información, también pueden ser engañosas. Enfocarse en investigaciones internas de la empresa y del mercado externo produce una comprensión más precisa y completa de los factores que impulsan prácticamente cualquier situación.
También es importante que los líderes estén dispuestos a correr riesgos calculados y a estar preparados para lo inesperado. Aunque resulta imposible predecir el futuro con total precisión, tomar medidas para prepararse para una variedad de posibles resultados es parte del mandato de un líder. Esto significa estar dispuesto a invertir en la planificación de contingencias: desarrollar la resiliencia de las organizaciones y establecer estrategias para responder a eventos imprevistos. Por ejemplo, una empresa podría invertir en capacitación para la gestión de crisis o establecer un equipo dedicado a la gestión de riesgos para identificar y abordar proactivamente posibles amenazas.
Aunque puede parecer pesimista reconocer las dificultades que nos esperan, es importante reconocer los riesgos sin precedentes que enfrentamos. Desde la pandemia hasta la velocidad vertiginosa del desarrollo de la inteligencia artificial, el futuro está lleno de circunstancias impredecibles y potencialmente desestabilizadoras. Y la tendencia a pensar estáticamente no es solo un problema individual, sino sistémico: numerosas instituciones y organizaciones se construyen sobre supuestos de estabilidad y predictibilidad. Como sociedad, debemos estar dispuestos a construir sistemas más resilientes que puedan adaptarse a cambios inesperados.
Por lo tanto, como líderes y emprendedores, es nuestra responsabilidad ser proactivos y estar preparados, abrazar la posibilidad de eventos atípicos y planificar una serie de escenarios. Al hacerlo, lideraremos organizaciones en tiempos inciertos y nos haremos más fuertes y resistentes.